miércoles, 9 de mayo de 2007

JULIAN OPIE: SEÑAS DE IDENTIDAD… MÍNIMAS

PRESENTACIÓN DEL TEXTO DE LA CATÁLOGO DE LA EXPOSICIÓN, CAC MÁLAGA, 2006

Esta es la primera exposición individual en un museo o centro de arte español del artista británico Julian Opie. El proyecto reúne una amplia selección de su trabajo. De las múltiples maneras de abordar tal posibilidad, la exposición explora el basto universo de referencias e interpretaciones que el artista realiza sobre la figura humana y el retrato. El objetivo sería por tanto llegar al conocimiento total desde el detalle, al todo por la parte. Esta exposición está concebida como un ejercicio explorador, como una mirada dirigida sólo hacia uno de los muchos temas recurrentes del artista. Frente a los paisajes, a una amplia suerte de objetos, coches, animales o edificios, indudablemente la preocupación por el tema humano, por la gente, por el individuo, es mucho más relevante y amplia en su obra porque quizá es también la que mejor califica y explica el mundo contemporáneo sobre el que Opie centra la focalización de sus preocupaciones temáticas, estéticas y conceptuales.

El ser humano es el tema en el que mejor se pueden descubrir las claves, los signos, los gestos, los subestilos y en resumen las señas y las huellas de identidad que el artista indistintamente utiliza en el tratamiento de los también diferentes géneros como la pintura, la escultura, el dibujo, el proceso asistido por ordenador y otras nuevas tecnologías, la animación, etc. Éstos demuestran el interés de Opie por los nuevos lenguajes, materiales, objetos y herramientas de este tiempo industrial y tecnológico que nos ha tocado vivir.

El ser humano, el individuo es presentado en sus manifestaciones y actitudes más cotidianas. La mirada fría y directa pero también tierna e ingenua de Opie se centra en el hombre y la mujer de hoy, escapando de las anécdotas o los elementos frívolos e insustanciales. Hay un gesto por evidenciar la manera de vestir más actual porque la moda puede ser una manera de identificar al individuo, de clasificarle y por tanto de conocerle. Las actitudes, las actividades que desarrollan sus personajes y la moda delatan igualmente las intenciones, gustos y preocupaciones del artista. En este sentido la obra constituye al artista como éste a la propio obra. Todas las edades, razas o profesiones están representadas en sus retratos. Otra vez al todo por la parte ya que ante un aparente anonimato, el origen y el final de cada obra es un ser identificable, con señas y nombre propios. El individuo no se pierde en el conjunto y mantiene, pese a la simplicidad de las formas, a la esquematización a la que recurre el artista, un evidente porcentaje de señas que le identifican. A ello, el juego del engaño, también contribuye el artista. Los puntos negros e iguales en todos los ojos de los retratados, acentúan esa intención generalista, esa falsa impresión de que para Opie todos los retratos son las misma cosa y sin embargo la relación de los ojos con el resto gestos contribuyen a la identificación individual. Los cómic de Tintín tienen siempre esa misma expresión entre ausente y fría y tierna e ingenua. Una compleja relaciones de sentimientos e impresiones que de alguna manera ocultan las verdaderas intenciones del artista. En esta estrecha relación entre su obra y el cómic, Opie anula cualquier las gama cromática: el color es plano y nuevamente por tanto se parece más a la del ilustradores que a cualquier otra. Evidentemente hay una obvia vocación pop aunque el espectador a veces puede llegar a confundirla con una intención minimal. En esta elección el artista se hace tan cómplice de Jean Michel Basquiat, Keith Haring, Roy Lichtenstein o Michel Majerus como del propio Georges Remi.

Son muchas las claves y los procedimientos del artista utiliza para relacionar la estética con la caracterización de nuestra sociedad. La sexualidad, más concretamente el erotismo tienen una presencia notable en su producción. La mujer se presenta en estos casos ausente de detalles, pura, elemental. Los dibujos y las líneas se hacen más simples para que la mirada se centre en el tema y no tanto en el individuo protagonista de la acción. El juego sugerentemente sexual de una joven en una barra fija o los stripties hablan nuevamente de esa permanente ternura y sensibilidad que inunda toda la obra de Julian Opie.

La exposición igualmente presenta una serie de obras efímeras que ocupan distintos escenarios del vestíbulo del Centro de Arte pretendiendo que la exposición inunde áreas no habituales. En este mismo sentido dos esculturas luminosas instaladas en sendos tejados del edificio extenderán también durante la noche el escenario temporal y espacial de la propia exposición.

Fernando Francés