martes, 8 de mayo de 2007

FIABILIDAD DEL MERCADO ARTE

EMITIDO EN CADENA SER

Se han escrito muchas páginas en los últimos meses alertando sobre unos hipotéticos peligros que existen cuando se invierte en “obras de arte”. En este sentido, la OCU incluso ha llegado a asimilar el mercado del arte con el de la filatelia y las empresas de este sector intervenidas con las que difunden y comercializan arte. Indudablemente es una injusticia y una irresponsabilidad de calibre monumental incluir en un mismo saco todas las inversiones en “obras de arte” y analizar por el mismo rasero a las empresas filatélicas, los marchantes, anticuarios, etc. con, por ejemplo, las galerías de arte contemporáneo, hacia las que deseo romper una lanza en su favor por el bien que indudablemente estas empresas hacen al mundo del arte.
Se ha afirmado que no existen fórmulas de retorno al mercado de estos bienes tangibles. Pero todas las casas de subastas pujarían por disponer de obras de artistas importantes para los cuales existe un mercado cada vez más sólido, especializado y experto. ¿Qué empresa no aceptaría para revender obras de Picasso, Braque, Cezanne, Miró, J. Glez. u Óscar Domínguez? ¿Cuál no desearía tener de Warhol, Lichtestein, Rocko, Mondrian Millers, Chillida o Tapiès? y ¿cuál de estos artistas contemporáneos dudarían de la posibilidad de revender con notables beneficios obras de Gursky, Richter, Polke, Neo Rauch, Bacon, Lucian Freud o Louise Bourgeois, Cindy Sherman, Thomas Struch, Miquel Barceló, Santiago Sierra o Juan Uslé?
Algunos de estos artistas han multiplicado por cifras increíbles en otros sectores sus valores. Un Richter que hace diez años se podía adquirir por 30.000€ hoy puede valer 2.000.000€ y una escultura de Juan Muñoz que hace cinco años valía 30.000€ puede valer ahora 150.000€. Estas cifras son contrastadas sistemáticamente en los precios de venta de las casas de subastas. Pero incluso en las galerías profesionales una fotografía de Santiago Sierra que podía adquirirse hace sólo tres años por 10.000€ hoy vale 30.000€ y, lo mejor del caso, de muchos de estos artistas no hay obras a la venta, lo que aumenta, indudablemente, no sólo el prestigio y el deseo sino también el valor de estas obras de arte.
Las inversiones en arte contemporáneo no sólo son interesantes por su atractiva revalorización, sino también por el interés social y cultural. Por una parte existen ya bancos europeos de gran prestigio que están creando departamentos de intermediación en arte de vanguardia y otras están creando fondos de inversión a plazo medio sobre estos valores tangibles.
Por otro lado las colecciones de arte e invertir en arte contemporáneo, conlleva una serie de valores no menos importantes para personas, empresas e instituciones. Entre ellas destaca la imagen, el prestigio y la sensibilidad que el inversor obtiene al aumentar el patrimonio con obras de arte de calidad.
No se debe demonizar la inversión en arte contemporáneo: puede ser un magnífico objetivo de inversión y rentabilidad (especialmente a medio y largo plazo) si se siguen pautas de adquisición y selección cuidadosamente definidas. Si los gobiernos, los estados y otras administraciones, las grandes empresas, lo hacen por qué no los particulares… si aún así a alguien le asaltan dudas, recuerden a los Thyssen Bornemitsza, Peggy Gugenheim, Rochefeler, Panza o Beyeler y la envidia que ahora generan sus colecciones de arte. Hoy se puede incluso tener el dinero para adquirir grandes obras pero aún así sería imposible repetir las colecciones porque ya no existen en el mercado ese tipo de obras y por tanto el valor del conjunto es inimaginable. Hay que hacer colecciones (al nivel que sea) pero en el momento oportuno. Hay que coleccionar el arte de tu tiempo que es más accesible y aún es plausible completar una colección con coherencia y visión de futuro.

Fernando Francés